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diumenge, 26 de juny del 2011

Una luna muy salada

Los que seguís con avidez nuestro blog sabéis de mi debilidad por Encelado, la misteriosa luna rayada de Saturno (hasta hemos diseñado un bonito llavero con una bola de Howlita que la simula muy certeramente). Pero es que esta fijación encuentra acicates continuos: cada acercamiento de la sonda Cassini a la helada luna crónida nos depara nuevas y emocionantes informaciones.

Ya hace un tiempo que se especula sobre la posible existencia de un océano subterráneo de agua líquida bajo la corteza helada de Encelado. Es una posibilidad que se vislumbra desde que en 2005 la Cassini descubriera los penachos de partículas de agua helada que se elevan desde la zona sud-polar de Encelado, concretamente proyectándose desde las grietas que cruzan esa región y que se conocen popularmente como “rayas de tigre”.

Agua líquida, calor interno, compuestos orgánicos. Cada nueva visita de la Cassini a Encelado nos deparaba nuevas pistas hacia el premio final: la posible existencia de vida en mundos helados situados muy lejos del Sol, fuera de la denominada “zona habitable” de nuestra estrella.

Y el último acercamiento de la sonda no ha querido ser menos. Los datos recopilados durante los vuelos de 2008 y 2009 hacia Encelado, en los que la sonda Cassini atravesó directamente los géiseres helados del pequeño satélite de Saturno, permiten asegurar que, de las partículas de agua helada que los constituyen, las más cercanas a la superficie contienen grandes gránulos de sal rica en sodio y potásio. Sin duda alguna, se trata del indicio más evidente jamás descubierto de la existencia de agua líquida salada en el interior de Encelado: de un océano salado subterráneo.

Según Frank Postberg, científico del equipo de la Cassini en la Universidad de Heidelberg, Alemania: “Actualmente, no conocemos otro modo plausible para generar una emanación sostenida de gránulos ricos en sal a partir de hielo sólido a través de las “rayas de tigre” que no sea la existencia de agua salada líquida bajo la superficie helada de Encelado.

Se ha calculado con precisión que las proyecciones sostenidas en Encelado expulsan agua helada al espacio a un ritmo de 200 kilos por segundo, lo que implica que el volumen y la extensión del supuesto océano serían importantes. Estas partículas alimentan el anillo E de Saturno, franja por la que se mueve Encelado.

Mientras esperamos nuevos datos de la Cassini, podemos conformarnos con disfrutar de sus espectaculares imágenes y fantasear con la existencia de una civilización de delfines inteligentes (aunque bien abrigados) en la luna de Saturno.

Ya lo sabéis: Be water, my friend!

Xavier

Más info en el número de esta semana de Nature y en la nota de prensa de la NASA

diumenge, 19 de juny del 2011

Tócala otra vez, C3PO

Si habéis estado atentos a las noticias de astronomía, sabréis que el telescopio espacial Kepler lleva identificados 1.235 posibles planetas orbitando estrellas de nuestra galxia. Pues bien, un grupo de astrónomos de la universidad de Berkeley ha iniciado un programa de rastreo de 86 de esas estrellas en busca de emisiones de radio.

Hartos, al parecer, de las programaciones radiofónicas de su propio planeta, los astrónomos californianos intentan usar un gigantesco radiotelescopio para captar emisiones procedentes de los sistemas planetarios más similares al nuestro, procurando discriminar entre señales de emisión natural con posibles radioemisiones de origen artificial, lo que delataría la presencia de vida inteligente (o al menos como la nuestra).

Para ello usarán el radiotelescopio GBT, el mayor del mundo que permite su reorientación (recordemos que el famoso radiotelescopio de Arecibo es fijo). Los investigadores pretenden adquirir 24 horas de datos procedentes de los 86 sistemas más parecidos al nuestro, e iniciar un análisis preliminar que se completará con la colaboración (desinteresada, naturalmente) de cualquier aficionado que se inscriba en el proyecto SETI@home y ceda tiempo de su ordenador doméstico (gratuitamente, insisto).

En fin, no quiero ni imaginar lo que pensaría una inteligencia extraplanetaria si orientase su radiotelescopio hacia nosotros y sintonizase determinados programas de tarde que “echan” (nunca mejor empleada la expresión) en televisión...

Xavier

dissabte, 11 de juny del 2011

En los límites del Sistema Solar

 
Si hace unos días se discutía el origen de la Luna, otra imagen de nuestros libros de texto astronómicos podría estar tambaleándose. Cuando se habla de los límites del campo magnético solar, suelen aparecer unas elegantes líneas curvadas, que se cierran de vuelta al Sol. Bueno, es una imagen de los años 50 dibujada por gente que nunca estuvo allí, en el borde del Sistema Solar. Pero ahora ya tenemos a alguien...

¿Os acordáis de las sondas Voyager? Para los cuarentones es uno de los iconos de modernidad de nuestra adolescencia...

Pues, al igual que nosotros, siguen en la brecha, Y están llegando a sitios donde nunca antes ha estado nadie. Desde 9.000 millones de kilómetros del hogar, nos envian información de los inexplorados límites de nuestro Sistema Solar. Y algunas de esas informaciones son inesperadas novedades.

“Las sondas Voyager parecen haberse introducido en un extraño reino de espumeantes burbujas magnéticas” explica el astrónomo Merav Opher de la Boston University. “Es muy sorprendente”.

Según los recientes modelos por ordenador, esas burbujas son enormes, de unos 100 millones de km de ancho, así que nuestras veloces sondas pueden tardar semanas en atravesar una de ellas. La Voyager 1 entró en esa “zona-foam” hacia 2007, y la Voyager 2 la siguió un año más tarde. Al principio los investigadores no comprendían lo que las sondas estaban captando, pero ahora tienen una idea bastante clara.

El campo magnético del Sol se extiende hasta el borde mismo del Sistema Solar, y como el Sol gira, su campo magnético se retuerce y arruga. Y cuando un campo magnético se dobla severamente, pueden suceder cosas muy interesantes. Las líneas de fuerza se entrecruzan y “reconectan”, siguiendo el mismo enérgico proceso que alimenta las protuberancias solares. Los pliegues de la falda solar se reorganizan, a veces de forma explosiva, en forma de burbujas magnéticas.

“Jamás esperamos encontrar algo así en el borde del Sistema Solar, ¡pero ahí está!” comenta el colega de Opher de la University of Maryland, el físico Jim Drake.

Al contrario de las líneas cerradas de los años 50, las burbujas parecen ser autónomas y desconectarse sustancialmente del campo magnético solar. Las lecturas de los sensores de partículas energéticas sugieren que las Voyager entran y salen de la espuma, así que podrían haber zonas donde las viejas ideas fuesen acertadas. Pero es incuestionable que los viejos modelos, por si solos, no pueden explicar lo que han encontrado nuestras sondas.

La zona donde están ahora las Voyager se conoce como la “Heliopausa”. Básicamente es la frontera entre el Sistema Solar y el resto de la Vía Láctea. Y hay muchas cosas que intentan cruzarla (nubes interestelares, nudos de magnetismo galáctico, rayos cósmicos...) ¿Hallarán estos intrusos un caos de burbujas magnéticas (la nueva imagen) o unas elegantes líneas de fuerza que llevan hacia el Sol (la vieja idea)?

El caso de los rayos cósmicos es muy ilustrativo. Los rayos cósmicos galácticos son partículas subatómicas aceleradas a velocidades cercanas a la de la luz por distantes agujeros negros y explosiones de supernova. Cuando estos diminutos proyectiles intentan introducirse en el Sistema Solar, tienen que pelear contra el campo magnético del Sol para poder llegar hasta los planetas rocosos.

“Las burbujas magnéticas serían nuestra primera línea defensiva contra los rayos cósmicos” apunta Opher. “Pero aún no hemos descubierto si es buena o no”.

Por una parte, las burbujas podrían resultar un escudo muy poroso, que permitiría a muchos rayos cósmicos atravesarla por sus huecos. Por otro lado, los rayos cósmicos podrían quedar atrapados dentro de las burbujas, lo que haría de la espuma magnética un escudo excelente.

“Probablemente descubriremos cual es la respuesta cuando las Voyager se sumerjan más en la espuma y aprendamos más acerca de su organización” dice Opher. “Esto es solo el inicio, y pronostico que tendremos muchas sorpresas”.

Vale, pues no seamos agoreros y evitemos pensar que, con un poco de mala suerte, los rayos cósmicos pueden pulverizar la vieja electrónica de las naves...

Xavier

dimarts, 7 de juny del 2011

Pescadero (¡mayorista!) romano

Si os parece que hoy en día se nos ocurren los negocios más estrafalarios, es que conocéis poco a los antiguos romanos.

Según los estudios realizados sobre un pecio del siglo II descubierto en Grado, nordeste de Italia, los antiguos romanos pudieron haber transportado peces vivos por el Mediterráneo dotando a sus barcos de un ingenioso sistema hidráulico. El equipo consistiría en un sistema de bombeo diseñado para captar agua de mar y llevarla a un depósito donde se alojaría a los peces. El aparato completo ha sido reconstruido por un equipo de investigadores italianos que analizaron la pieza decisiva hallada en el barco naufragado: una tubería de plomo insertada en el casco, cerca de la quilla.

Sabemos con certeza que el pequeño carguero transportaba unas 600 ánforas llenas de sardinas, caballa salada y el inevitable garum (la salsa de pescado que constituía el ketchup de los romanos). Pero ahora los arqueólogos sospechan que también pudo llevar alrededor de 200 kilos de peces vivos alojados en un depósito situado en la cubierta de popa.

Esta sería la primera prueba física que confirmaría oscuros relatos de fuentes clásicas. Por ejemplo, el historiador y científico Plinio el Viejo (23 – 79 dC), escribió que peces-loro vivos se transportaban desde el Mar Negro hasta las costas napolitanas con intención de aclimatar esa especie en el Mar Tirreno.

La pieza clave es el tubo de plomo. Una verdadera tubería de 130 cm y al menos 2,7 cm de diámeto que se inicia en un agujero practicado directamente en el caso del barco: evidentemente, ningún marino en sus cabales perforaría voluntariamente su barco a menos que existiera una buena razón para ello.

Y según los investigadores, el achique de la sentina está fuera de lugar: las bombas eran bien conocidas y se usaban de forma muy segura lanzando el agua por encima de la borda en los laterales del barco. Créen que la tubería no se usaba para sacar agua del barco, sino para introducirla en él. Y el propósito de ese inusual artilugio, dado el caracter de transporte pesquero del navío, no sería otro que el mantener con vida a un cargamento de peces (probablemente lubinas o besugos) proporcionándoles agua bien oxigenada.

Conectada a la tubería de plomo, una bomba manual de pistón permitiría el fácil intercambio de agua del depósito. Los cálculos son del orden de un cambio completo de aguas cada media hora, para asegurar un suministro constante de oxígeno en un depósito de 4 metros cúbicos.

Y el contexto en que se movía el barco apoya la idea. La cercana costa de Istria era conocida por sus numerosos viveros, verdaderas piscifactorías de la época. Es posible que el barco de Grado transportase peces vivos desde esos viveros hacia los grandes mercados del Adriático. Por ejemplo, el rico puerto de Aquileia queda a menos de 10 horas de Istria, un viaje que permitiría mantener vivos los peces con facilidad usando una bomba de agua realmente modesta.

Y luego nos dirán que los romanos eran unso desalmados: ¡si hasta sacaban de excursión a su comida!

Xavier

Más info en Discovery News

Ese teléfono está diciendo ¡cómeme!

Que no. Que los componentes electrónicos orgánicos no se comen...

La conocida empresa de tecnología química TDK ha iniciado la producción masiva de un recién desarrollado tipo de pantalla electroluminiscente orgánica de matriz pasiva de alta transparencia (os dejo que soltéis la frase a vuestros amigos): la UEL476. Estos displays se construyen a partir de técnicas de capa fina, usando material orgánico (basadio en el carbono en lugar de en el silicio) que emite luz como respuesta al paso de una corriente eléctrica.

Alto brillo, excelente ángulo de visión y otras características favorables hacen que este tipo de pantalla resulte de observación sencilla y agradable, y como también ofrece una respuesta muy rápida, los displays electroluminiscentes orgánicos tienen visos de ser adoptados para gran número de aplicaciones de pantalla plana, como en el caso de teléfonos móviles y otros dispositivos de alta portabilidad.

TDK inició el desarrollo de materiales orgánicos electroluminiscentes en 1991, desde el diseño de la estructura molecular hasta su composición química y la evaluación de los dispositivos. Como resultado, obtuvieron un material exclusivo de larga vida activa y configuración en capa fina, y ahora han optimizando su producción en masa.

Parece que más pronto que tarde dejaremos de escuchar exclusivamente en las galerias de arte eso de que tal o cual cosa genera sensaciones orgánicas.

Xavier

Más info en www.tdk-components.eu