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dissabte, 11 de juny del 2011

En los límites del Sistema Solar

 
Si hace unos días se discutía el origen de la Luna, otra imagen de nuestros libros de texto astronómicos podría estar tambaleándose. Cuando se habla de los límites del campo magnético solar, suelen aparecer unas elegantes líneas curvadas, que se cierran de vuelta al Sol. Bueno, es una imagen de los años 50 dibujada por gente que nunca estuvo allí, en el borde del Sistema Solar. Pero ahora ya tenemos a alguien...

¿Os acordáis de las sondas Voyager? Para los cuarentones es uno de los iconos de modernidad de nuestra adolescencia...

Pues, al igual que nosotros, siguen en la brecha, Y están llegando a sitios donde nunca antes ha estado nadie. Desde 9.000 millones de kilómetros del hogar, nos envian información de los inexplorados límites de nuestro Sistema Solar. Y algunas de esas informaciones son inesperadas novedades.

“Las sondas Voyager parecen haberse introducido en un extraño reino de espumeantes burbujas magnéticas” explica el astrónomo Merav Opher de la Boston University. “Es muy sorprendente”.

Según los recientes modelos por ordenador, esas burbujas son enormes, de unos 100 millones de km de ancho, así que nuestras veloces sondas pueden tardar semanas en atravesar una de ellas. La Voyager 1 entró en esa “zona-foam” hacia 2007, y la Voyager 2 la siguió un año más tarde. Al principio los investigadores no comprendían lo que las sondas estaban captando, pero ahora tienen una idea bastante clara.

El campo magnético del Sol se extiende hasta el borde mismo del Sistema Solar, y como el Sol gira, su campo magnético se retuerce y arruga. Y cuando un campo magnético se dobla severamente, pueden suceder cosas muy interesantes. Las líneas de fuerza se entrecruzan y “reconectan”, siguiendo el mismo enérgico proceso que alimenta las protuberancias solares. Los pliegues de la falda solar se reorganizan, a veces de forma explosiva, en forma de burbujas magnéticas.

“Jamás esperamos encontrar algo así en el borde del Sistema Solar, ¡pero ahí está!” comenta el colega de Opher de la University of Maryland, el físico Jim Drake.

Al contrario de las líneas cerradas de los años 50, las burbujas parecen ser autónomas y desconectarse sustancialmente del campo magnético solar. Las lecturas de los sensores de partículas energéticas sugieren que las Voyager entran y salen de la espuma, así que podrían haber zonas donde las viejas ideas fuesen acertadas. Pero es incuestionable que los viejos modelos, por si solos, no pueden explicar lo que han encontrado nuestras sondas.

La zona donde están ahora las Voyager se conoce como la “Heliopausa”. Básicamente es la frontera entre el Sistema Solar y el resto de la Vía Láctea. Y hay muchas cosas que intentan cruzarla (nubes interestelares, nudos de magnetismo galáctico, rayos cósmicos...) ¿Hallarán estos intrusos un caos de burbujas magnéticas (la nueva imagen) o unas elegantes líneas de fuerza que llevan hacia el Sol (la vieja idea)?

El caso de los rayos cósmicos es muy ilustrativo. Los rayos cósmicos galácticos son partículas subatómicas aceleradas a velocidades cercanas a la de la luz por distantes agujeros negros y explosiones de supernova. Cuando estos diminutos proyectiles intentan introducirse en el Sistema Solar, tienen que pelear contra el campo magnético del Sol para poder llegar hasta los planetas rocosos.

“Las burbujas magnéticas serían nuestra primera línea defensiva contra los rayos cósmicos” apunta Opher. “Pero aún no hemos descubierto si es buena o no”.

Por una parte, las burbujas podrían resultar un escudo muy poroso, que permitiría a muchos rayos cósmicos atravesarla por sus huecos. Por otro lado, los rayos cósmicos podrían quedar atrapados dentro de las burbujas, lo que haría de la espuma magnética un escudo excelente.

“Probablemente descubriremos cual es la respuesta cuando las Voyager se sumerjan más en la espuma y aprendamos más acerca de su organización” dice Opher. “Esto es solo el inicio, y pronostico que tendremos muchas sorpresas”.

Vale, pues no seamos agoreros y evitemos pensar que, con un poco de mala suerte, los rayos cósmicos pueden pulverizar la vieja electrónica de las naves...

Xavier