Cuando la crisis golpea, hasta los que solían dilapidar fondos públicos tienen que agudizar el ingenio, y el reciclaje es una excelente vía de ahorro. Un buen ejemplo de ello es una noticia servida por la NASA esta semana. Aunque la fotografía parezca tomada en una nave de compra de cobre usado, no debeis dejaros engañar por las apariencias: se trata de los seis motores-cohete de los transbordadores espaciales Endevour y Atlantis que, junto a sus otros nueve gemelos, se están empaquetando en el Engine Shop de la NASA del Kennedy Space Center, esperando que un desafortunado transportista los lleve hasta el Stennis Space Center en Mississippi.
Efectivamente, aunque el destino de los shuttle supervivientes sean diversos museos norteamericanos, la NASA está intentando reciclar todo lo que puede de ellos, y los motores-cohete fabricados por Pratt & Whitney (el sueño de un chatarrero: cada uno mide 4,2 m de alto y 2,3 m de diámetro en el extremo ancho de la tobera: 3.175 kg de metales de diversa índole) son la joya de la corona. Se aprovecharán como parte del sistema de propulsión (proporcionan 1,8 meganewtons de empuje consumiendo 1.340 l de combustible por segundo) del nuevo sistema de lanzamiento de cargas pesadas Space Launch System. Estos veteranos del espacio consumen hidrógeno y oxígeno líquidos, así que las espectaculares humaredas que generan al entrar en funcionamiento están compuestas principalmente (tranquilizad vuestra conciencia ecologista) por vapor de agua.
El SLS (el mencionado Space Launch System) se ha diseñado para impulsar al próximo vehículo norteamericano de transporte espacial, el Orion Multi-Purpose Crew Vehicle (aún en fase de desarrollo), pero también como sistema alternativo para el transporte comercial e internacional a la Estación Orbital (la ISS).
En un momento en que el contribuyente norteamericano está que muerde con su administración, es una estupenda noticia saber que la NASA busca soluciones imaginativas para mantener un programa espacial ambicioso sin tener que poner a sus ingenieros a limpiar parabrisas en los semáforos.
Xavier
Más info en Pratt & Whitney Rocketdyne
Efectivamente, aunque el destino de los shuttle supervivientes sean diversos museos norteamericanos, la NASA está intentando reciclar todo lo que puede de ellos, y los motores-cohete fabricados por Pratt & Whitney (el sueño de un chatarrero: cada uno mide 4,2 m de alto y 2,3 m de diámetro en el extremo ancho de la tobera: 3.175 kg de metales de diversa índole) son la joya de la corona. Se aprovecharán como parte del sistema de propulsión (proporcionan 1,8 meganewtons de empuje consumiendo 1.340 l de combustible por segundo) del nuevo sistema de lanzamiento de cargas pesadas Space Launch System. Estos veteranos del espacio consumen hidrógeno y oxígeno líquidos, así que las espectaculares humaredas que generan al entrar en funcionamiento están compuestas principalmente (tranquilizad vuestra conciencia ecologista) por vapor de agua.
El SLS (el mencionado Space Launch System) se ha diseñado para impulsar al próximo vehículo norteamericano de transporte espacial, el Orion Multi-Purpose Crew Vehicle (aún en fase de desarrollo), pero también como sistema alternativo para el transporte comercial e internacional a la Estación Orbital (la ISS).
En un momento en que el contribuyente norteamericano está que muerde con su administración, es una estupenda noticia saber que la NASA busca soluciones imaginativas para mantener un programa espacial ambicioso sin tener que poner a sus ingenieros a limpiar parabrisas en los semáforos.
Xavier
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