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diumenge, 22 de juliol del 2012

El extraño caso de las naves ralentizadas


Ni Caras de Bélmez, ni Figuras de Nazca, ni otros presuntos enigmas televisivos (y muy lucrativos) pueden competir con el misterio que ha estado martirizando a científicos, ingenieros y seguidores en general de noticias espaciales desde los años 80: la inexplicable desaceleración que sufren las naves gemelas Pioneer y que se conoce como la Anomalía Pioneer.

Lanzadas respectivamente en 1972 y 1973, las Pioneer 10 y 11 siguen hoy en día volando alejándose del Sol. A principios de los 80, los científicos del proyecto identificaron una desaceleración de ambas naves, como si una fuerza las empujara hacia el Sol en el momento de acercarse a Saturno. En ese momento se menospreció las circunstancia, achacando el diminuto desfase a errores en la señal recibida o a la existencia de cantidades residuales de combustible en las canalizaciones del mismo. Pero en 1998, con las naves a 13.000 millones de km del Sol, un equipo de científicos liderado por John Anderson del JPL confirmó que se estaba produciendo una frenada de 760 centímetros por dia al cuadrado (0,9 nanómetros por segundo en cada segundo). Fue este equipo el que levantó las expectativas sobre la posibilidad de que el efecto se debiera a algún nuevo tipo de Física que contradijera la Teoría General de la Relatividad de Einstein. 

Desde entonces, se han escrito multitud de artículos que intentaban resolver el enigma de la Anomalía Pioneer basándose en sofisticados y exóticos efectos físicos, o en los conceptos más de moda en cada época (micro-agujeros negros, materia oscura, energía oscura). Finalmente, parece que la cosa resulta ser bastante más baladí.

Efectivamente, un laborioso científico del Jet Propulsion Laboratory (Slava Turyshev) ha estado recopilando desde 2004 datos relacionados con la misión Pioneer. El paciente Slava ha recorrido almacenes, archivos y depósitos. Ha rescatado páginas, cintas y tarjetas perforadas y, con todo ese material agrupado, ha convertido los datos a formato digital hasta ocupar 43 Gb de memoria (una cantidad exorbitante teniendo en cuenta que ahí no hay gráficos ni fotos ni nada por el estilo, solo números puros y duros de los años 70 y 80). Una tarea titánica que ha permitido a Turyshev publicar dos artículos canónicos que, según la autorizada opinión de la Planetary Society, resuelven satisfactoriamente el enigma. La Physical Review Letters se ha apresurado a publicar los estudios de Turyshev, y el JPL ha publicado, por fin, una nota de prensa aclaratoria.

Total, la cosa es que las responsables del frenazo cósmico de las Pioneer son... las propias Pioneer. Resulta que el calor generado por los circuitos y por el generador termoeléctrico empuja a las naves hacia atrás. La explicación que ofrece Slava es sencilla y muy gráfica: 

El efecto es algo así como cuando conduces tu coche y los fotones emitidos por los faros te empujan hacia atrás. Es muy sutil.” 

Con los datos recopilados, Turyshev pudo calcular la energía generada por los subsistemas eléctricos y por la desintegración del plutonio en las fuentes energéticas de las Pioneer, resultando que casaban a la perfección con la desaceleración observada. O sea, que finalmente ha prevalecido la Física estándar: aunque hubiese sido bonito descubrir algún efecto exótico, al menos se ha resuleto un misterio.

Y, como acostumbra a ocurrir tras ser discutido, Don Albert sigue descansando tranquilo... 

Más info en
http://www.jpl.nasa.gov/news/news.cfm?release=2012-209&rn=news.xml&rst=3438
http://arxiv.org/abs/gr-qc/0308017 

 Xavier