A despecho de haber sido cualificado (y clasificado como)
planeta enano, Plutón sigue en el candelabro. Este mes, un equipo de astrónomos
ha descubierto, con la decisiva ayuda del inevitable telescopio espacial
Hubble, la quinta luna que acompaña al lejano planetoide.

Según comentó Mark Showalter, jefe del equipo del SETI
Institute en Mountain View, California, las órbitas de las lunas plutonianas
están prácticamente anidadas, como si fuesen muñecas rusas.
Y el enigma reside en cómo un planeta tan diminuto puede
disponer de un conjunto de satélites tan complejo. La propuesta más popular es
que las lunas de Plutón serían los restos de un choque planetario entre nuestro
lejano vecino y otro objeto de gran tamaño del Cinturón de Kuiper, hace miles
de millones de años (el propio Plutón se considera un objeto del
Cinturón de Kuiper).
El proyecto de cartografía plutoide resulta especialmente
interesante para la NASA,
pues recordemos que la agencia espacial norteamericana tiene una sonda
automatizada de camino a Plutón (la New Horizons),
y que resultaría muy inconveniente que la nave topase en 2015 con un cuerpo
solido que no se esperaba encontrar en su trayectoria.
Bueno, es que para una nave que se mueve a 48.000 km por
hora, cualquier pequeño resto sólido puede resultar fatal. Así que la búsqueda
y cartografiado de todo objeto presente en el sistema plutoniano se ha
convertido en una prioridad para la NASA, a fin de trazar la trayectoria más segura
para el acercamiento de la New Horizons
a Plutón (¡ gracias, Hubble ¡)
Además de la nueva luna, actualmente el sistema plutoniano
incluye a Caronte (la gran luna que forma con Plutón un sistema planetario
doble, descubierta en 1978), Hydra y Nix, descubiertas en 2006 con el HST, y
P4, no identificada hasta 2011
a partir de datos recogidos con el Hubble (la nueva luna ya se conoce popularmente como P5).
Si sientes simpatía por los degradados de su rango y otros perdedores, puedes hallar mucha
más información sobre Plutón y la misión New Horizons en este link.