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diumenge, 26 de febrer del 2012

Electrónica triunfante


Por una vez, dejadme que peque de gremial y os transmita mi regocijo por un verdadero hito electrónico. Cuando hace 35 años (se cumplirán en septiembre) se lanzó al espacio la sonda Voyager, la misión tenía una agenda de trabajo de 4 años. Bueno, pues los ingenieros de la misión acaban de reducir los niveles de calefacción del espectrómetro ultravioleta que viaja a bordo de la nave, con el fin de disminuir el consumo energético global del ingenio y, de este modo, poder garantizar que siga enviando datos... ¡hasta el año 2025! O sea, que los circuitos de la Voyager, empleando tecnología de los 70, estarán casi medio siglo en funcionamiento (y no precisamente en las condiciones más favorables: 79 grados bajo cero es bastante frío incluso para un transistor).

Y es que cada vez se está exigiendo más a la circuitería de este legendario aparato. El espectrómetro ultravioleta ya fue diseñado para funcionar a baja temperatura (35 grados bajo cero), pero al prolongarse tanto la misión, cada vez se ha tenido que ahorrar más energía, con lo cual se ha ido reduciendo paulatinamente la temperatura de trabajo del ingenio. A pesar de las dudas que se tuvieron, el equipo lleva funcionando a 53 bajo cero desde 2005, y a plena satisfacción. Se espera que soporte también el nuevo enfriamiento, pero no podremos estar muy seguros de cual será la nueva temperatura de trabajo, ¡porque ya quedará fuera del margen de medida de los sensores de temperatura de a bordo!

A pesar de todos los esfuerzos ahorradores de sus ingenieros, la fuente de energía de la Voyager es perecedera, y acabará por agotarse algún día. Se trata de un generador eléctrico a partir de radioisótopos, en el que el calor generado por la fisión del dióxido de plutonio 238 se convierte en electricidad (el combustible nuclear va confinado en un alojamiento de iridio, precaución que se tomó para evitar una ducha atómica en caso de accidente durante el despegue). Cuando finalmente la producción eléctrica quede por debajo del mínimo indispensable, la Voyager dejará de comunicarse con la Tierra y se convertirá en una especie de mensaje en la botella, con su famosa placa de oro grabada con saludos terrestres (y unos sugerentes grabados anatómicos).

Siendo optimistas y pensando que alguien lo verá algún día, no es un mensaje que espere respuesta rápida. A pesar de que la Voyager está abandonando los confines del Sistema Solar, su primer acercamiento a otra estrella no será antes de 40.000 años.

Vamos, que podemos hacernos los generosos e invitar a una respuesta a cobro revertido.

Xavier