Aunque el juego de palabras resulta perfecto en catalán, el
título de la entrada también tiene su gracia en castellano (Tenemos una nova nueva).
Pero bueno, la cosa es que si tienes unos prismáticos
decentes, un buen cielo oscuro, una noche despejada y ganas de pasear por el
cielo estrellado, desde el 14 de agosto tienes un objeto nuevo que visitar
(cosa no muy habitual): UNA NOVA. Fue descubierta por el astrónomo aficionado
Koichi Itagaki en las inmediaciones de la constelación del Delfín, por lo que
se la ha bautizado como Nova Delphini 2013.

En este punto, las cartas celestes marcan la existencia de
una estrella ya conocida, pero de magnitud mucho menor (17), de manera que
parece que el brillo de la estrella se haya multiplicado por 25.000 de forma
repentina. ¿Y qué puede desencadenar un cataclismo estelar de tal magnitud? El
espectro de Nova Delphini 2013 indica que se trata de una nova clásica, es
decir, un sistema estelar binario interactivo, en el que una de las estrellas
es una pequeña pero extremadamente densa enana blanca. Esta vampira cósmica capta hidrógeno de su
compañera gigante, que cae sobre la superficie de la enana blanca,
aglomerándose hasta que la presión y la temperatura crecen lo bastante como
para desencadenar una reacción termonuclear de la intensidad de muchos miles de
millones de bombas atómicas. El resultado es un repentino y espectacular
incremento del brillo de la estrella y una proyección de restos en expansión,
aunque ambas estrellas siguen existiendo. El fenómeno puede ser recurrente.
Nadie está en condiciones de predecir la duración del
evento, de forma que hay que apresurarse en cazar
a la recién llegada, pues puede desvanecerse en cualquier momento.
¡Suerte!
Xavier